empleado afin

Cuando los expertos en RRHH, los gurús que han puesto a prueba sus técnicas en contadas ocasiones, hablan de cómo mejorar los procesos de selección, es frecuente que un término salga a colación: la afinidad. Hablamos de afinidad en nuestro día a día de forma común, no solo en el trabajo, sino también en cualquier otro tipo de contexto. La valoramos en tantos tipos de situación que si lo pensamos bien notaremos que todo alrededor de nosotros acaba girando en relación a la afinidad.

 

Como una relación

 

La afinidad es lo que nos lleva, cuando estamos solteros, a encontrar pareja. Al conocer a una persona que puede resultar especial, valoramos aspectos que puedan permitirnos tener una buena relación con ella. Se le llama afinidad o la lógica de iniciar una relación con una persona con la que compartimos aficiones, gustos o preferencias e ideas. Este tipo de idea funciona y lo hace a una escala mayor de la que se pueda imaginar, aplicándose también a las amistades y a elecciones tan básicas como los ingredientes que le pondremos a una ensalada.

 

Afinidad en la contratación

 

Todo ese concepto hay que traspasarlo a la contratación de personal. Cuando desde el departamento de RRHH estamos valorando introducir a un nuevo empleado en la empresa analizaremos sus conocimientos, su experiencia y lo que puede aportar a nuestro negocio. Pero también valoraremos la afinidad que tiene con los productos e ideas que nosotros extendemos en nuestro trabajo. La afinidad será lo que haga que de forma lógica una empresa que se dedica a la producción de carne no proporcione una ventaja laboral a un individuo vegetariano que está totalmente en contra de la ingesta de comida animal. En algunos casos puede denominarse lógica, pero todo acaba siendo, como decíamos, afinidad.