A muchos ejecutivos la pregunta les parecerá extraña. ¿Por qué debería haber alguien que se planteara dormir en la oficina? ¿no es algo poco higiénico que no deberíamos tener ni siquiera en la cabeza? En principio que resulte extraño es normal, pero como en todo, hay excepciones en las que es algo a tener en cuenta. Analicemos algunos de estos casos para entenderlo mejor.

Todo depende del trabajo

Hay muchos puestos laborales que requieren que los profesionales se queden a dormir en el puesto de trabajo y no tiene porqué ser nada extraño. Lo podemos ver en puestos tan estables y tradicionales como el de la medicina y enfermería, dado que es común que quienes trabajan en hospitales y hacen turnos largos tengan que descansar mientras se encuentran en horario laboral. En ese caso no hay duda de que se trata de algo común, aunque estamos rizando el rizo si hablamos de la naturaleza principal del concepto de dormir en la oficina.

Pero es cierto que todo depende del trabajo en sí mismo. Hablamos del concepto en cuestión cuando se refiere a un empleo que se lleva a cabo de 9 a 9 y que durante la noche simplemente se estanca salvo que los empleados estén interesados en hacer horas extras. Este tipo de casos se reducen y ya es más poco habitual que se lleven a cabo. Pueden ocurrir, por ejemplo, cuando la carga de trabajo es demasiado intensa y los empleados necesiten rascar algunas horas más de trabajo. En vez de irse a casa a las 9 de la noche lo que harán será seguir trabajando hasta la 1 o las 2 de la madrugada, aumentando así la jornada laboral.

Una causa justificada

Este tipo de situaciones se producen en empresas que, por ejemplo, están preparando un gran proyecto y tienen una fecha de cierre límite por delante para la cual deben haber completado el trabajo. Es más común de lo que se pueda imaginar, sobre todo en empresas de desarrollo, en editorales y en otros muchos negocios en los que haya unas limitaciones para entregar el trabajo pendiente. Dentro de ese contexto está aceptado y es lógico.

No resulta adecuado en el resto de situaciones que no se ajusten a este modelo de caso. No hay que permitir que los empleados duerman en la oficina simplemente porque sí y mucho menos porque no tengan un piso en el que residir. Eso ya supondría unas implicaciones más problemáticas a las que habría que responder con medidas que solucionaran la situación desde la base.