Mujer trabajadora

En los últimos años ha cambiado mucho el rol que tienen los trabajadores en una empresa. Aunque en el pasado su presencia era anecdótica en cuanto al desarrollo de la misma, hoy día ellos pesan tanto como las decisiones que puedan tomar los ejecutivos más importantes. Quizá sea por Internet o porque el entorno corporativo se ha amoldado a las tendencias de cambio de tiempos recientes. En cualquier caso, ahora el empleado importa y eso es por lo que su rendimiento y su presencia en la compañía dependen tanto de la ética que adopte la misma.

 

El sentimiento de orgullo

 

Con el aumento de la importancia del empleado éste se ha dado cuenta de que no es solo un títere bajo el control de sus jefes. Ha entendido que tiene fuerza de decisión y que su papel es más determinante de lo que podría imaginar. Por eso el empleado medio se ha comenzado a plantear si de verdad está a gusto en la empresa a la que pertenece. Ha ganado personalidad y más importante que eso: ha desarrollado el orgullo hacia el trabajo que realiza.

Una empresa cuya ética es deplorable, que derriba con crueldad todos los obstáculos que se encuentra por el camino no tiene razón de ser en el organigrama actual de los negocios. Es poco posible que este tipo de negocio pueda mantener una plantilla fija y que desarrolle un compromiso por su trabajo. En otras palabras, es complicado que un empleado sienta orgullo por su empresa y su empleo, algo que posiblemente le llevará antes o después a cambiar de rumbo.

 

¿Cómo conseguirlo?

 

No hay nada mejor como actuar de manera consciente. Las empresas están incorporando el modelo del capitalismo consciente en sus operativas, en sus decisiones y en cualquier tipo de acción que realizan. Saben que deben ser conscuentes y positivas hacia el mundo y el entorno porque las consecuencias de no hacerlo pueden ser fatales para ellas. Los ejecutivos no siempre llegan a cambiar el chip, a ver que esto es lo más beneficioso para el mundo, pero se tienen que rendir ante la obviedad de que en el nuevo ecosistema empresarial los «malos» nunca ganan.

Esta tendencia, que se ha extendido como una mecha de pólvora al ser encendida, es imparable y llega cada vez a más sectores. Para el profesional que se plantea entrar a trabajar en una nueva empresa ya no solo importan los sueldos y las condiciones de trabajo en la oficina, sino saber que la compañía a la cual se relacionará su nombre hace las cosas bien y beneficia al mundo. Quien todavía no entienda esto estará condenado al fracaso antes o después, porque las generaciones cambian, y la ética está grabada a fuego entre quienes vienen por detrás.