Cualquier experto en recursos humanos se posicionará de una manera firme en la toma de decisiones que sepa que pueden producir problemas en el flujo de trabajo de la empresa. Si hay constancia de que el 60% de los trabajadores es reticente a participar en una actividad grupal, la medida lógica será evitar este evento para que no se forme un mal ambiente en el entorno laboral. ¿Pero qué ocurre con algo tan aparentemente inocente como el «amigo invisible»?
Una actividad que gana fama
Cada vez se están viendo más empresas que deciden hacer su propia organización del amigo invisible con motivo de la Navidad (aunque hay excepciones que se producen en otros momentos del año, pero no son la norma). La mecánica es muy sencilla. Se introducen en un bote todos los nombres de los empleados y después cada uno va sacando un papel para saber a quién tiene que hacerle un regalo. Llegado el día del reparto de regalos se producen una serie de sensaciones y emociones que animan el ambiente en la oficina. ¿Pero es del gusto de todos o puede producir problemas que no nos interesa tener?
No siempre es una buena idea
El amigo invisible tiene multitud de factores en su contra que, de forma sorprendente, no han restado práctica a esta nueva tradición en las empresas del mundo entero. Por un lado, se obliga a los empleados a realizar un gasto económico por pequeño que sea. Por otro lado, se les coloca en una posición que puede resultar violenta dependiendo de la relación que tengan con sus compañeros de trabajo. Nunca se sabe, desde el departamento de RRHH (aunque haya sospechas de ello), qué tipo de contactos pueden tener los compañeros de una empresa. Y al hacerles interactuar de esta manera quizá se está fomentando un tipo de contacto inadecuado que no nos gustaría desatar si no sabemos solucionar después.
Ante esta situación es recomendable que las empresas se comuniquen. Tal y como hemos mencionado en otros casos, es imprescindible contar con una buena comunicación con los empleados, con todos y cada uno de ellos. Esto permitirá tomar decisiones más coherentes. Por lo tanto, antes de organizar un amigo invisible es recomendable que se les pregunte si realmente están interesados en este tipo de celebración. En base a los resultados se podrá tomar una u otra decisión.